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¿Por qué gritamos al hacernos daño?

Es algo universal, nos pasa a todos. Independientemente de cuál sea nuestra cultura, religión, clase social o lugar del mundo en el que vivamos. Todos gritamos al hacernos daño. También es común desahogarse con multitud de palabrotas y expresiones malsonantes cuando nos damos (o nos dan) un golpe. Pero ¿nunca os habéis preguntado el por qué? ¿Por qué gritamos cuando nos hacemos daño?

Existen tres razones atávicas, asimiladas desde nuestros más primigenios ancestros, por las cuáles gritamos, todas vinculadas a los instintos más primarios de supervivencia. 

  1. – Espantar a un posible atacante
  2. – Advertir a otros de un peligro
  3. – Llamar la atención

Desde este punto de vista, se puede concluir que el grito de dolor es una respuesta sonora consecuencia de la evolución de estructuras ancestrales de nuestro cerebro. Sin embargo, un estudio recogido por la BBC británica también concluye que el grito ante algo que nos causa dolor también se realiza para aguantar. Algo que les sucede hasta a los animales, que también lloran, gruñen o chillan al sentir dolor. El estudio consistía en exponer a un grupo de personas al dolor que provoca el agua helada en el cuerpo, prohibiendo a unos cuantos de los participantes poder gritar o decir palabrotas. Los resultados fueron claros: aquellas que gritaron y/o dijeron palabrotas resistieron más que las que no lo hicieron. El grito de dolor es un mecanismo de resistencia al dolor y un aviso del cerebro.

La zona de nuestro cerebro donde se originan los improperios es la misma donde se encuentra la amígdala cerebral, que controla la llamada “huir o luchar”, que nos prepara a reaccionar ante la posible amenaza y reduce la sensibilidad al dolor. Aún es más curioso e interesante saber que el resto del lenguaje viene del hemisferio izquierdo.

Fuente BBC Focus (Revista digital de la British Broadcasting Television) Agencia de noticias Reuters