
¿Qué hay detrás del dolor de rodilla?
Casi todos lo sufrimos en algún momento. Es algo propio de las sociedades desarrolladas, donde se mezclan, sin mucho orden ni concierto, vidas sedentarias con deportes cada vez más exigentes. Hablamos del dolor de rodilla. Estas son sus causas principales.
1. Exceso en la práctica deportiva Se da especialmente en deportes como el esquí o el fútbol. Meniscos y ligamentos soportan una gran presión debido al sobreuso y las acciones bruscas (movimientos como giros o paradas repentinas, extensiones o contracciones musculares súbitas), que pueden provocar lesiones articulares. Fortalecer la musculatura de los muslos (sobre todo los cuádriceps) y calentar adecuadamente son claves.
2. Sobrepeso. El más evidente. Las rodillas sostienen el peso de nuestro cuerpo, por lo que la obesidad las perjudica seriamente.
3. Calzado inadecuado. La forma en la que “impactamos” sobre el suelo, ya sea en nuestra vida diaria o al hacer ejercicio, puede tener consecuencias para las rodillas. Ya hemos hablado de la grave amenaza que el abuso del tacón supone, pero las zapatillas deportivas, e incluso el calzado diario, también deben ser adecuados para nuestra forma de caminar. A groso modo, el calzado debe permitirnos la extensión completa de la rodilla, que es su posición de descanso. Si, en cambio, las tenemos flexionadas debido al calzado, estamos desgastándolas y sobrecargando los tendones (cuádriceps y rotulianos).
4. Gestos y posturas cotidianas. Es más frecuente en adolescentes y adultos jóvenes (sobre todo mujeres), que padecen molestias en las rodillas al levantarse de la silla tras horas de parón, bajando escaleras o espacios con pendientes. Es lo que se conoce como ‘condromalacia rotuliana‘, causada por un daño en el cartílago que recubre la parte posterior de la rótula de la rodilla. Si la razón es simplemente postural, ir a fisioterapia puede ser una buena solución.
5. Artrosis. Solo en España afecta a dos millones de ciudadanos, siendo la patología músculo-esquelética crónica más frecuente. Se desarrolla paulatinamente y empeora en la vejez, llegando a afectar a 1 de cada 5 personas mayores de 60 años. Una rodilla sana se flexiona y endereza gracias a un tejido blando, de bajísima fricción, llamado cartílago hialino. Es responsable de proteger y amortiguar los extremos de los huesos que forman parte de ella. Entre los huesos hay dos meniscos (cartílagos) en forma de C que amortiguan la articulación de la rodilla. La artrosis se produce por el desgaste de estos cartílagos, aunque la genética también influye.
Podemos cuidar nuestras rodillas potenciando la musculatura de las extremidades inferiores con ejercicios sencillos y suaves, estiramientos, la práctica de deportes como la natación o la bicicleta y, en general, cuidando nuestro peso. Si el dolor persiste, debemos acudir al médico antes de tomar analgésicos o antiinflamatorios (que podemos combinar con terapia de calor y frío).
Fuentes
El País